A pesar de que el hombre crece, el niño interior permanece y no hay mejor manera de comprobarlo, que viendo que los juguetes son los mismos aunque con costos más elevados… de pequeños jugamos con carritos y de grandes también, además cuando un amigo tiene un juguete nuevo uno debe acompañarlo para disfrutarlo, en esta ocasión había un Jeep y fue así como inició la idea de la ruta por la sierra.
Hay unos viajes más fáciles que otros, por ejemplo si quieres descansar, básicamente lo único que necesitas es escoger los vuelos y un hotel todo incluido, pero cuando vas de aventura se requiere más planeación, pues a media sierra no puedes darte cuenta que algo faltó, mucho menos cuando eso es algo de vital importancia. Por ello nos reunimos algunas ocasiones en las semanas previas, para definir algunos puntos de referencia, la mejor ruta y calcular los tiempos, de tal forma que un viaje de aventura no se convirtiera en uno de terror y de esa forma fue que decidimos ir a conocer un poco lo que la famosa Sierra Gorda de Querétaro nos ha presumido a través de las fotografías que se pueden encontrar en internet y de los textos que hay en muchas páginas de turismo.
Iniciando la ruta
El viaje “inició” un día antes, con la finalidad de poner a punto el vehículo y de una vez dejar cargado el equipaje y accesorios; como casa de campaña, bolsa para dormir, tapetes, cobijas, toalla, lámpara, etc… pues nos esperaba un poco la incertidumbre, ya que sólo sabíamos que queríamos ir a disfrutar de la naturaleza a bordo de un jeep. Para continuarlo, la cita fue a las 5.00 am, con la intención de no perder tiempo recogiendo personas y finalmente después de confirmar que todos los niveles estaban bien, arrancamos, atravesando la ciudad prácticamente en un parpadear pues a esa hora las calles están hermosamente vacías, por lo que muy pronto nos encontramos tomando la autopista México - Querétaro y aunque normalmente no somos de andar a poca velocidad, en esta ocasión el vehículo no permitía hacerlo del mismo modo, pues las prestaciones de este tipo de vehículos no son para llegar rápido, sino para hacerlo de manera más “compleja”.
Una vez que encontramos la primera tienda de conveniencia, paramos a surtirnos de café y demás cochinadas que disimularan el hambre, pues la segunda escala estaría a dos horas de camino, en el paraje llamado “Santiago” del cual ya había platicado en el post “Circo, Pan y Vino” o mostrado en Periscope, sólo que en esta ocasión no era barbacoa el menú, el lugar se llama “Los Cochinitos” y aunque su nombre indicaría que solo venden carnitas, la realidad es que tienen un amplio menú aunque esta vez decidimos negarnos a los tacos para darle oportunidad a unas enfrijoladas, que aunque no eran las mejores se defendían bastante bien.
Tip: “Los Cochinitos” son una cadena que actualmente cuenta con 7 restaurantes, ubicados en el centro del país y principalmente en las carreteras que conectan la CDMX con las principales ciudades de los estados vecinos. Es una buena opción para disfrutar antojitos mexicanos y una cuenta promedio ronda los MX$200 (US$10).
El viaje continuó por la misma autopista que lleva a la ciudad de Querétaro, aunque la desviación en éste caso sería por San Juan del Río, básicamente por el atractivo visual de pasar por la “Ruta del Queso y el Vino”, de la cual también brevemente ya hemos platicado en otras publicaciones del Blog. El primer tramo es bastante urbano pues vamos pasando por algunos poblados que le siguen al antes mencionado, como Ezequiel Montes y el pueblo mágico de Bernal, conocido por el mega monolito llamado “La Peña” y una vez que lo pasamos, el camino comienza a ganar altitud, convirtiendo el panorama en uno semidesértico, donde prácticamente solo podíamos ver arbustos con gran adaptación al clima seco y tierras áridas, un paisaje poco atractivo donde los cerca de 70 kilómetros de curvas se hacían cansados… un paisaje que como por cuestiones divinas cambió ante la aparición de una Virgen de Guadalupe monumental enclavada en lo alto de una montaña, transformándose de pastizales a bosque tropical o de montaña en las partes más altas.
La puerta del Cielo
Un camino entre pinos nos dio la bienvenida a la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, la cual es un área natural protegida de casi 400,000 hectáreas, que son una tercera parte del estado de Querétaro … a partir de este punto el camino es descendente y muy alentador a lo que nos podríamos encontrar, en nuestro caso éramos unos simples novatos y optamos por irnos directamente hasta Jalpan de Serra, el cual es un poblado incrustado entre cañones con la clasificación de “Pueblo Mágico” desde 2010, al cual llegamos después de poco más de una hora de camino, destacando que ahora éste se hizo rápido por la vista y por las múltiples paradas que hacíamos en los miradores que valían la pena o como poco antes de llegar a Pinal de Amoles, en la llamada Puerta del Cielo, que es una montaña cortada por la mitad y con paredes a 90 grados que solo dan paso al camino y bien dicen por ahí que todos los caminos conducen a Roma, lo cual es muy cierto pues en este caso siguiendo la carretera llegamos a Jalpan de Serra donde todas sus calles finalmente llevan al centro de la ciudad, al llegar ahí es imposible no querer caminarla, pero nosotros no queríamos ciudad, buscábamos tierra y por eso nos dirigimos a la caseta de información turística, a la cual llegamos ya con esquites y elotes en mano de un puesto que se nos atravesó en el camino, pues el hambre nos recordaba que ya era medio día.
Los guías nos dieron una larga lista de lugares; cascada Chuveje, zona arqueológica de Tancama, la presa de Jalpan, Pinal de Amoles, Fósiles “El Madroño”, Puente de Dios, el Mirador Cuatro Palos, las 5 misiones franciscanas, Sótano de Barro, las Grutas los Herrera, Las Grutas de La esperanza o las Zonas Arqueológicas de Ranas o de Toluquilla, Cañón del Estorax (aunque éstas últimas cinco estaban del otro lado de la sierra, pero quizás quedaban para el regreso)... Mucha era la información que había que digerir, así que aprovechamos para comer mientras definíamos la ruta. No fue difícil encontrar el lugar, pues sobre la avenida donde nos desembocó la carretera vimos un lugar llamado “Restaurante Las Carretas” que se veía agradable y con gente. No comimos nada sofisticado pues solo queríamos algo bueno y rápido, con ello bastó para decidir que esperaríamos a un grupo de Jeeperos, como se autodenominan esas tribus que poseen un vehículo de este tipo y que gustan de hacer rutas, que tenía programada su llegada un poco más tarde.
Tip: Entre octubre y febrero encontrarás el mejor momento para visitar la Sierra Gorda de Querétaro, pues el frío puede compensarse con buena ropa y no así, el exceso de lluvia en lo que resta del año que imposibilita los recorridos por su alto riesgo.
El pueblo mágico y romántico
Aprovechando el tiempo visitamos la Misión de Santiago Apóstol, que cautiva a primera vista por su intrincada fachada de estilo barroco que muestra elementos de follajes que adornan a las vírgenes de Guadalupe y del Pilar, seguido de las representaciones de San Pedro y San Pablo, destacando que aunque este templo data de mediados del siglo XVIII, hace poco más de 250 años, solamente se ha modificado en fachada la imagen de Santiago que fue sustituida por el reloj que actualmente tiene. Contiguo al templo, sobre la calle de Fray Junípero Serra se encuentran una pequeña plaza arbolada y el parque principal, ambos lucían con mucha vida por ser sábado y con todo el folclor mexicano en ellos, había venta de dulces típicos, café, galletas, raspados, helados y por supuesto artesanías, destacando la tradicional muñeca queretana recientemente nombrada Patrimonio Cultural del estado, siguiendo nuestro andar sin rumbo encontramos el Museo Histórico de la Sierra Gorda, alojado en uno de los edificios más antiguos de la ciudad, el cual como muchos otros del país en su momento funcionó como cárcel, aunque hoy en día sirve para conocer un poco sobre el patrimonio artístico, cultural e histórico de la zona, además de ver algunas piezas prehispánicas localizadas en los alrededores o fotografías, documentos y mapas antiguos. A un costado del mismo, está la calle Petra de Mallorca (llamada así por la ciudad natal de Fray Junípero Serra, aquel personaje que en su camino por evangelizar a los pueblos de la región se convirtió en su tutor, enseñándoles diferentes oficios como la construcción o la carpintería), con la fisonomía de haberse detenido en el tiempo que invita a visitarla y regresar al parque principal, donde tan solo dando vuelta a la izquierda encontrarás el pasaje Vicente Guerrero, con más o menos el mismo estilo que la calle anterior, pero con el atractivo adicional de llegar a un puente que aunque desemboca a una avenida, éste desde hace poco para los románticos empedernidos busca convertirse en el lugar ideal para sellar su amor, tal como sucede en otras ciudades del mundo donde parejas cierran un candado y arrojan la llave simbolizando el amor inquebrantable, muchos de ellos sin saber que hacen alusión a un cuento serbio de la Primera Guerra Mundial.
Dejando a un lado la historia y el romance, nos han avisado que el grupo al que esperábamos está por llegar, así que fue momento de movernos para encontrarnos con ellos a un costado de la presa de Jalpan, para hacer nuestro registro y pago respectivo, pues si bien es cierto que las rutas son libres; la logística y seguridad que este tipo de caravanas ofrecen vale centavo por centavo y más después de saber que el camino será el mismo que de venida, pero por la sierra y con escalas en la Misión de Bucareli, en algún lugar en la parte alta para dormir y finalmente hacer el recorrido descendiendo por el río Estorax que le da nombre a los cañones que nos rodearán, experiencias que te contaremos en nuestra siguiente publicación.
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